18.11.07

La noche del mundo cae sobre Usambara

Al acercarse al borde de un acantilando, cuando quiere uno asomarse hasta el límite mismo de su herida, es necesario hacerlo acostado. No es por el vértigo, como podría parecer, sino porque el borde de un acantilado es una línea invisible que separa dos mundos, que separa lo posible de lo imposible, y si la cruzas te quema el aire, como hace con los meteoros cuando se atreven a entrar en la atmósfera.

Al acostarse uno sobre ese tabú rocoso, puede sentir el íntimo abrazo de esas dos esferas, cómo se entraman en esa línea magnética, donde hay que domar el instinto sobre la roca con la palma muy abierta, durmiéndolo despacio, acariciarlo para que no huya ante las fuerzas que allí actúan.

El cuerpo se alivia al sentir la gravedad, la forma de la roca. Clava las rodillas por mantener el pulso, goza de compartir un poco del dolor físico, terreno. El espíritu, mientras, se mantiene tirante sobre el abismo, asomado en altura, libre al fin de la rueda de las reencarnaciones. Por un momento. Un momento ilusorio y sin embargo imperecedero. Y en esa tensión dulce, donde todo está bien, donde cada parte del ser permanece al fin en su mundo propio y original, correspondiente, la noche se eterniza sobre montes prehistóricos y despuntan arañazos de hogueras, descosidos de fuego sobre inmensas llanuras, el punzón ardiente de los hombres sobre el manto de la tierra.

Las humaredas grises se desperezan a ras del suelo como vastas criaturas de un continente perdido. Se impone la sensación definitiva de que el mundo, la naturaleza, el cosmos, seguirán adelante sin nosotros, más allá del hombre y de su tiempo.

Cuando estoy en mi cama aún cierro los ojos e imagino que estoy allí, sobre aquella roca, deshaciendo el liquen bajo mi mano abierta, acariciando África, mientras la brisa lo duerme amorosamente todo y me incluye en ese todo, mientras la noche del mundo cae sobre los altos montes de Usambara.


Texto de Ana B. Nieto
Fotos de Paco Nieto





3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno el "pos" y las fotos, dan ganas de salir de viaje..

el moderno Prometeo dijo...

Impresionantes fotos prima, tienen una luz especial. Me encanta la foto del Sol y Paco parece un auténtico aventurero, podría ser Livingstone o Indiana Jones.

Anónimo dijo...

IMpresionantes las fotos de África, uno se siente pequeño anta tanta majestuosidad desplegada por la Naturaleza... aunque a mí no me engañáis, seguís perteneciendo a la isla esmeralda :P

Besos,
Luis